Aquí les presento una critíca literaria del cuento Mujima de Yakumo Koisumi. Al final de la critíca estará el enlace por si lo quieren leer.
Ambientado en Tokio, en una colina llamada
Kii-No-Kuni-Zaka, donde sobresalta un espléndido jardín por un gran muro de un
palacio imperial. Antes de que existieran las linternas, solo el demonio podía
pasarse por allí porque el oscuro era tan grande, que de tan solo imaginarlo
daría miedo. Pero para los caminantes, la oscuridad no era el miedo, sino
después de la puesta del sol aventurarse por esos caminos, era encontrarse con algo
que daba terror porque no tenía ni ojos, nariz ni boca.
Eso era el
famoso “Mujima”, que se paseaba por la colina Kii-No-Kuni-Zaka dando tumbos y
asustando a la gente. El que causó la muerte de un viejo mercader que murió ya
hacía muchos años.
Desde un
principio supe que se iba a tratar de una mujer fantasma, pero no como el autor
Lafcadio Hearn la presenta. Esta historia, es de esas, que sus finales no me
gustan, porque es incómodo quedarse con la duda que nos deja al final. Busqué
hasta en las enciclopedias para ver si lo hallaba que era un o una “Mujima”,
pero no encontré nada, llegando a la conclusión que era un espíritu que
merodeaba por aquellos lugares mientras hacía de las suyas.
Cuenta la historia que se la relató un viejo
mercader que murió hace treinta años, en el cuento. Considero, al finalizar la
lectura, que le faltó más al autor por explicar. Me explicó, primero el viejo
ve una muchacha llorando, le brinda la ayuda y ella siguió en su llanto. Cuando
ella dejó ver su rostro, el viejo vio que no tenía ojos, nariz, ni boca,
echándose a correr, por toda la colina, hasta que encontró otro mercader y le
contó lo que le había ocurrido. Ese mercader resultó ser un “Mujima”, para dar
con el clavo. Entonces, ¿”Mujima” era hombre o mujer? Primero presentan una
mujer y luego un hombre, el autor debió desarrollar un poco mejor la historia,
para así poder entenderla un poco más y no dejarnos con dudas.
Finalizamos
con que “Mujima” era un fantasma, o un cara de huevo como nos dice el autor, en
realidad queda de nosotros sacar nuestras propias conclusiones de que realmente
es. No podemos olvidar que en la forma que está escrito y desarrollado este
cuento es algo excepcional. Todo se puede imaginar y vivírselo con ese final.
Las luces se apagan, el viento sopla que será del “Mujima” si en realidad
existiera.
Jan.
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